22 feb 2013

CAPITULO 10: EL APASIONANTE MUNDO DE LOS UROS

Amanece un nuevo día, aunque yo, más que descansar, parece que he estado toda la noche corriendo el Ironman de Hawai; estoy hecho polvo. Vamos a por el desayuno, consistente en unos bollos con mermelada y mate de coca o café. Por delante nos espera una excursión a las islas del Lago Titicaca, las Islas de Uros y Taquile. Una visita imprescindible según todos los blogs y guias de viaje.

A bordo del barco

La excursión es organizada. Un bus nos recogerá en la puerta del hotel para llevarnos hasta el puerto, a pesar de que estamos a 5 minutos caminando de este, desde donde tomaremos un barco hacia las islas. El mini-bus llega con 15 minutos de retraso y nos da un paseo por la ciudad de Puno recogiendo pasajeros, de otros 10 minutos de duración, para dejarnos 100 metros más abajo de donde nos había recogido... Así funcionan las cosas en Perú...

Navegando por el Lago Titicaca

Montamos en el barco. ¡¡ Que ilusión!! Vamos a montar en barco por el Lago Titicaca, el navegable más alto del mundo. Un inmenso océano de agua dulce que se extiende en el altiplano entre Perú y Bolivia, que había llenado mis fantasías desde niño, mucho antes de que existiera internet, cuando contemplaba los atlas enciclopédicos para los trabajos de geografía.

Pagando la entrada a las Islas Uros

Y allí estabamos, cámara en mano inmortalizando la travesía por el lago. La primera parada es en la Isla de los Uros, donde habita una cultura milenaria que vive en estas islas artificiales, hechas a base de totora. El barco atraca en la isla y bajan todos los turistas. Todos menos nosotros, ya que nos dicen que nosotros vamos en otro grupo y que nos tienen que llevar a otra isla... No entendemos muy bien el porqué, pero tampoco protestamos. Permanecemos en el barco y nos llevan a otra isla contígua, donde vamos a conocer el apasionante mundo de los Uros.

Islas Uros


Atendiendo a las explicaciones...
Nos reunen en círculo a todos los turistas. Un guia, acompañado de dos nativos, nos explica en que consiste este apasionante mundo, que gira en torno a la totora. La totora es un junco o caña que crece en el Lago Titicaca y que está por todas partes. Los Uros fabrican las Islas donde viven, que son artificiales, de totora. Las cabañas donde viven, son de totora. Los útiles que manejan, están hechos de totora. Pero no acaba hay su relación con la totora. Que les duele la cabeza, se hacen un mate de totora. Para limpiarse los dientes, usan la totora. Que tienen fiebre, se ponen un trozo de totora en la cabeza. Que tienen hambre, efectivamente, se comen la totora. Una apasionante vida que se resume en dos acciones, comer caña y cagar en un agujero. Viendo las múltiples aplicaciones que le da esta gente a la totora, uno suplica que les dé un ataque de hemorroides para meterles por el culo la puta totora de los cojones... ¡¡¡ Menudo truño!!!

Islas Uros
 
Por ninguna parte vimos un water, ducha o lavabo y todo estaba expuesto como un decorado... Lo que te hace pensar que, en realidad, los puñeteros Uros tienen su casa en Puno, por la mañana se montan en su barca, reciben a los turistas, les sacan la pasta y luego regresan a la ciudad, a continuar con su vida normal. Para colmo de males, el trayecto hasta el punto de encuentro te insisten en que lo hagas en una balsa, de totora y previo pago por supuesto, mientras las indígenas te despiden de la orilla cantando el "Vamos a la playa, oh oh oh oh..."

Indigenas despidiendo a los turistas

La primera parte de la visita ha sido peor que decepcionante. Sin embargo, el día ha de continuar. Hay que ir hasta la Isla de Taquile, que está a más de una hora de navegación de las Islas Uros. La navegación es tranquila, al solecito y la hacemos en la cubierta. No es nada excitante ni divertida, pero.. copón! Es el puto Lago Titicaca. Llevas toda la vida oyendo hablar de él y estas navegando por él y solo esa espera de toda una vida, justifica la experiencia. Y de todas formas, a mi no se me hace demasiado pesada, porque 10 minutos después de subir al barco, me quedo dormido de forma profunda... Una fuerza superior se apodera de mi cuerpo y me tiene sumido en un sueño profundo. Más de media hora después despierto. El paracetamol está dejando de hacer efecto y empiezo a notar la fiebre y el dolor de cabeza. Vuelvo a "endrogarme" y me espabilo un poco, lo justo para un buen rato de conversación con una pareja de uruguayos muy majos y un grupo de argentinos que nos aconsejaban como cambiar moneda en Buenos Aires.

Entrada a Taquile

Llegamos a la Isla de Taquile, donde si viven de verdad los nativos de la raza Aymara. La Isla es mucho más bonita, pero hasta el poblado se accede por una interminable escalera de piedra, que a casi 4000 metros de altura cuesta bastante trabajo subir. Arriba del todo está la Plaza de Armas de la Isla y uno de los dos restaurantes; uno privado y otro comunal. Comemos en el comunal, por recomendación de nuestro guia. Sopa de Quinúa y Trucha. De postre mate de Coca y Muña. Si me dice que el mate es de Totora, lo hubiera estrangulado con mis propias manos. La comida la pasamos haciendo de candelabros de una pareja de americanos, los típicos "super-fit". Rondando los 50 años ambos, super-fibrados, ropas carísimas de running y quitando las partes grasas de la trucha... Obsesionados con estar en forma y empalagosísimos. Cualquier pareja de quinceañeros se soba menos...

Vistas desde la Plaza de Armas de Taquile

Lundris capital de Inglaterra de toda la vida...
Tras la comida, paseamos un poco por la Plaza de Armas. Lo único que hay allí es unas vistas increibles y una señal de lo más curioso, que te indicaba lo lejos que estabas de casa, aunque señalaba que Madrid estaba en la misma dirección que Sidney o New York en la de Pekin... Hacemos algunas fotos y el grupo ser reune para darnos otra caminata hacia la otra punta de la isla, donde debe de esperarnos nuestro barco. La caminata es bonita. Es un paisaje que recuerda a las zonas rurales de las zonas mediterráneas. Llegamos al muelle y esperamos más de media hora al barco, que nadie sabe donde demonios se ha metido. Esta es la gota que colma el vaso de nuestra paciencia. Vaya coñazo de excursión. Lo de Taquile tal vez tenga un pase, pero entre los Uros y la espera...

Paisaje de Taquile

Cuando por fin llega el barco montamos en él y de nuevo al poco rato, estoy profundamente dormido. No puedo más. Estoy agotado. Tengo cada vez más fiebre y los dolores de cabeza son cada vez más fuertes. Dormir y descansar es lo que me pide el cuerpo y en las casi 3 horas que tardamos en volver a Puno, me dió tiempo a recuperar un poco las fuerzas. Justo antes de llegar a Puno, comienza a llover de forma intensa. La ciudad tienen una imagen casi mística desde el Lago, toda cubierta por las nubes.

Taquile

Cuando desembarcamos, declinamos la invitación a llevarnos al hotel con un taxi, ya que no teníamos demasiadas ganas de darle otra vuelta gratis a Puno. Caminamos aprovechando la tregua de la lluvia y llegamos al hotel, donde descansamos un rato y tras charlar con el gerente del hotel, decidimos que para el día siguiente, ibamos a pasar de las otras islas del Lago Titicaca, esta vez en el lado boliviano. Creemos que ya habíamos tenido suficiente ración de culturas ancestrales...

Tras descansar en el hotel un rato y organizar la ropa de la colada que habíamos hecho el día anterior, subimos de nuevo al centro de Puno a cenar. Un menu del dia a muy buen precio, pero yo ya no puedo más. Mi cuerpo pide cama y tras la cena emprendemos camino del hotel y tardo muy poquito en meterme en la cama y quedarme dormido. No hemos hecho nada  del otro mundo, pero yo estoy literalmente muerto.

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