31 mar 2012

CAPITULO 1: BRUSELAS, CAPITAL DE EUROPA


Bruselas. La capital de Europa. No es una cuestión azar que esta bonita y tranquila ciudad del norte sea la capital de nuestro contiente. Lo es porque, para empezar, allí empezó todo (con la unión de Bégica, Holanda y Luxembugo para formar el Benelux) y porque es la capital de Bélgica un país dividido en dos o dos países en uno, según se quiera ver, ya que en realidad, este país es la suma de Valonia y Sajonia, las partes flamencas y francesas respectivamente.



Grand Place

Nosotros por nuestra parte, aterrizamos en Charleroi, un aeropuerto a las afueras de Bruselas que es a donde la mayoría de vuelos low-cost llegan. Un vuelo del que, por mi parte, no me enteré. El vuelo despegó a las 6:30 de la mañana de Barajas, con lo que costó salir de Mancha Real a la 1:30. Toda la noche en vela, conduciendo hasta Madrid, más el rato de aparcar, embarcar, etc., hizo que antes de despegar el avión ya estuviera durmiendo profundamente. Para cuando deperté, la azafata nos estaba recordando que había que abrocharse el cinturon, tener la mesilla de lectura doblada y los aparatos electrónicos apagados, pues ibamos a aterrizar.
 
Grand Place
Me encantan estos aterrizajes. El avion baja por el nivel de las nubes y se divisan esos campos del norte de Europa tan verdes que da la sensación de que si te tiraras del avión caerias en blando. Los rectilineos bordes de cada finca trazados a escuadra y cartabón, como si de piezas de puzle se tratara. Es una imagen siempre bonita y que ya te va llenando a  medida que te haces al cuerpo de que de nuevo estás, mochila a la espalda, a punto de conocer un nuevo país. Una nueva cultura. Un nuevo mundo que se abre a tus pies. Aterrizamos en Charleroi, el 2º aeropuerto de a capital belga. Tiene conexión con Bruselas y con varias ciudades del sur de Bélgica y norte de Francia por medio de autobús. El autobús para Bruselas, sale cada 30 minutos. El trayecto de ida solo vale 13€ y 22€ el de ida y vuelta. Los billetes se sacan en unos cajeros que hay justo enfrente del autobús y no siempre funcionan, por lo que es más que recomendable irse hacia la taquilla del fondo y comprar allí el billete. A nosotros ese titubeo nos costó perder el bus de las 9:15, así que hubo que esperar a 2ºC otra media hora más extra.

Tras una hora de bus, llegamos a Gare du Midi, la estación principal de Bruselas. Lo primero fue cruzar la calle e ir a una cafetería. Un excelente café con leche, un croissant y un zumo de naranja cada uno fue nuestro desayuno, a pesar de ser las 11 de la mañana y de que los locales ya estuvieran dandole a la omnipresente cerveza Leffe. El café nos dió fuerzas para ir caminando hasta la Grand Place. Lo ideal hubiera sido ir primero al hotel, soltar los macutos, darse una ducha e ir a explorar la ciudad, pero el check-in lo teníamos a las 13h y tras la experiencia de Estocolmo, tengo claro que si el check-in es a las 13h, es tontería ir antes al hotel.
Panorámica de la Grand Place

Así que callejeamos por Bruselas hasta la Grand Place. Sencillamente impresionante. Posiblemente la plaza más bonita de Europa. Los edificios del Hotel de la Ville (Ayuntamiento) y de la Casa del Rey sobresalen en un conjunto arquitectónico solemne de una riqueza ornamental exquisita. Es la joya de la corona de Bruselas. La plaza, además es sede de la oficina de información turística, donde les contamos nuestros planes de viaje (solo un dia para ver Bruselas) y nos informamos.
Manneken Piss
Tomamos las primeras fotos de la Grand Place y nos dirijimos al símbolo de la ciudad, el Manneken Pis. Es una pequeña estatuilla de bronce de un niño orinando famosa en todo el mundo. La leyenda dice que la escultura se erigió en honor a un niño que durante el siglo XIV se orinó en la espoleta de una bomba que las tropas enemigas habían colocado en las murallas de la ciudad medieval, evitando así que esta explotara. Leyenda o realidad, lo cierto es que esta pequeña estatuilla del niño orinando es tremendamente célebre y un lugar imprescindible, a pesar de su pequeño tamaño y humilde situación.


Manneken Piss
Justo en el Manneken Piss comienza a llover. Al principio, un leve chispeo, pero pronto se convierte en aguacero. Decidimos ir hasta el hotel que estaba a unos 15 minutos andando. El hotel, no tengo ningún problema en recomendarlo a quienes visiten la ciudad. Se trata del Hotel Van Belle. Un hotel antíguo situado en un barrio de obreros de la ciudad. Antiguo pero bien cuidado. El mobiliario es viejo, pero está en buen estado y las habitaciones tienen lo justo para estos viajes. La habitación, nos costó solo 47€ e incluía el desayuno, un desayuno buffet verdaderamente surtido. Y lo mejor; un servicio gratuito de transporte desde y hasta la Grand Place y la estación de Gare du Midi, algo que hace que el hotel bien valga la pena. Además, parte del personal habla español. La chica de recepcion fue compasiva y nos dejó entrar en la habitación media hora antes de lo acordado, algo que nosotros agradecimos.
Nos duchamos y cambiamos de ropa. Planeamos la ruta. En la oficina de información nos dicen que a las 15h podemos hacer una visita al interior del Parlamento Europeo, así que pensamos que lo ideal es dirigirnos hasta allí y comer algo antes de esa hora.
Caminamos hasta el metro y vamos a sacar los billetes. Cuando vayais a Bruselas, es muy recomendable sacarse el abono de un dia. Vale solo 4,5€ y tienes viajes ilimitados. Nosotros fuimos a sacar el billete al cajero y no había manera. Entramos a la estación y preguntamos a uno de los revisores. Nos informa de que los cajeros solo operan con tarjetas de la compañía de transporte y que tenemos que sacar el billete en una estación más principal. Sin embargo, se ofrece a sacarlos con su propia tarjeta, a cambio de que yo le de los 9€ en metálico. Una vez más los recuerdos de la diferencia que existe entre la educación que tenemos los españoles y la del resto de europa es odiosa...


Atomium
Llegamos hasta el Parlamento Europeo y la lluvia comienza a ser importante. Cosas del mes de enero en Bélgica. Nos metemos en uno de los múltiples mini-bares que hay en la zona, donde puedes hacer un tentempie. Comimos una deliciosa tortilla con ensalada y cerveza belga. Todo muy rico, y a precio en la linea de estos países, 10€ por barba. Tras la comida vamos hacia el Parlamento y ¡oh, sopresa!, resulta que a la de información se le "olvidó" decirnos que los viernes no se visita el Parlamento. Nuestro gozo en un pozo. Como ya estamos empapados, decidimos usar la tarjeta de transporte para ir hasta el Atomium, en el famoso barrio de Heysel.

Atomium de noche.
Esto si que nos gustó. Es muchísimo más grande de lo que uno se imagina en foto y también, mucho más bonito... pero tampoco tiene mucho más que ver, así que tras la foto de rigor, montamos en el metro de nuevo y decidimos que era un buen momento para volver al hotel y descansar, porque traquteo de todo el día empezaba a pasar factura.

Metraillete burguer
En el hotel hicimos una siesta de esas de época. Nos despertamos y eran ya cerca de las 20h. Decidimos usar el transporte gratuito hasta al lado de la Grand Place, para dar una última vuelta por esta y tomar unas cervezas. Lástima de que el viaje sea tan corto, porque me hubiera gustado exprimir un poco más esta ciudad. Antes de la Grand Place, vemos un garito de patatas fritas (los belgas dicen que hacen las mejores patatas fritas del mundo) y como ya aprieta el hambre, nos metemos en el cuerpo una "Metraillete Burguer", que consiste en media barra de pan con una deliciosa hamburguesa, tomate, cebolla, salsa elegir y un colmo enorme de patatas fritas. Aderazado, como no, con cerveza belga.

Ahora si. Como dice mi amigo Pedro Luque "...bien comío y bien bebío... lo que aguanta el cuerpo sin ir a trabajar!!!". Así que nos perdemos callejeando por la Grand Place y los aledaños, hasta que el empieza a llover de nuevo. Como era pronto para regresar, nos tomamos unas últimas cervezas en uno de los muchos bares de la zona. A eso de las 23h. ya estamos lo suficientemente cansados y borrachos como para volver al hotel. Una vez más, el servicio de transporte gratuito es una bendición, aunque esta vez, llega con 20 minutos de retraso. Exhaustos nos metemos en la cama y como fulminados por un rayo, entramos en un profundo sueño.

Grand Place de noche

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